Wednesday, March 05, 2008

LA DERECHA Y LA MARCHA DEL 6 DE MARZO


Nos pareció un excelente artículo:

Si la izquierda se enredó torpemente con la marcha contra las Farc, la derecha peló el cobre con la marcha de este jueves, a la que saldré como salí el 4 de febrero. Y, así como la protesta de Facebook dejó clara la necesidad de una izquierda que no dude en condenar a las Farc, la que viene dejará bien clarito cuál derecha tenemos y cuál necesitamos. Comencemos con la que tenemos. Los primeros en pelar el cobre fueron los escuderos con cargos oficiales: los londoños, los plinios y los josé obdulios, que sólo hace unas semanas criticaban (con razón) a los sectores zurdos que se negaron a marchar. Y que ahora (en el colmo de la sinrazón) sabotean la solidaridad ciudadana con las víctimas de las motosierras y las fosas comunes. Si los sectores de la derecha en el gobierno fueran los únicos en esta tónica, vaya y venga. Pero al ataque se sumaron los opinadores diestros: los nieto loaizas que desempolvaron el anacrónico y trillado epíteto –¡mamerto!– para descalificar al que se atreva a marchar por las demás víctimas. Y que, al hacerlo, echan en el mismo costal a los muy pocos que buscan revancha y a los muchos que nos negamos genuinamente a hablar de muertos de primera, de segunda y de tercera.

Cierra la carga contra la marcha la derecha social: la de los ciudadanos que se equivocaron de evento el 4 de febrero y, en lugar de carteles contra las Farc y el secuestro, llevaban afiches de “¡Adelante, Presidente!”. Esa es la derecha política visible: en el gobierno, en la opinión y en la sociedad civil. Pero, como lo dijo León Valencia en El Tiempo, no es la derecha que necesitamos. Si la idea sigue siendo que las marchas creen un consenso ciudadano de largo aliento que debilite a los violentos y fortalezca la democracia, la derecha tendrá que poner mucho más que acusaciones fáciles de mamertismo. Es más: el debate político y académico urgente es sobre esta derecha. Porque sobre la izquierda ya se ha dicho mucho: escriben sobre ella los de derecha para exigir una izquierda a su medida, y los de izquierda para exorcizar sus demonios y escaramuzas internas. Pero, sobre todo, por la sencilla razón de que la derecha tiene el poder y –si le creemos a las encuestas y descreemos de las nuevas promesas de que no habrá reelección– lo tendrá por un buen tiempo. Así que será la derecha la que decida si mantiene o hace trizas la democracia y el balance de poderes. Lo hará, por ejemplo, cuando pronto le llegue el turno de proponer a los pocos funcionarios que no ha nombrado, desde el Procurador hasta los magistrados de la Corte Constitucional y los técnicos del Banco de la República. De sus debates internos dependerá también si el Estado se pone serio con los millones de desplazados, o sigue la contrarreforma agraria destapada por el caso de Carimagua. Y del pulso entre sus facciones saldrá humo blanco sobre la reelección del hombre fuerte o la alternación sensata en el poder. Que la derecha decida todas estas cosas no tiene nada de nuevo. Al fin y al cabo, los sociólogos y los politólogos, desde Barrington Moore hasta Guillermo O’Donnell, llevan décadas mostrando que el tipo de derecha que tenga un país determina, en buena parte, si se mantiene como democracia o desciende al autoritarismo. Una cosa es una derecha urbana de políticos, empresarios y ciudadanos a los que no les trasnocha la desigualdad pero que están comprometidos con la democracia. Otra, muy distinta, es una derecha dominada por grandes terratenientes y barones políticos regionales que aborrecen las reglas de juego democráticas, como lo ha mostrado con elocuencia el escándalo de la para-política. En Colombia el debate sobre las derechas está por darse, y qué mejor oportunidad que las preguntas incómodas que ya está dejando la marcha de este jueves. ¿Por qué la resistencia a marchar por las víctimas de los paras? ¿Será que el gobierno y las empresas van a darles permiso a sus funcionarios para salir a la calle, como lo hicieron en la marcha anterior? ¿Cuándo vamos a ver los titulares en los medios de comunicación invitando a la gente a marchar masivamente? ¿Qué políticos e intelectuales de derecha van a salir? Afortunadamente no toda la derecha trastabilla con estos interrogantes. Porque aquí existe también esa derecha democrática que no se ve reflejada en los sectores políticos y de opinión más recalcitrantes. Para no ir tan lejos, Gina Parody ha dicho que marchará contra los crímenes paramilitares y por sus víctimas. Seguimos esperando, eso sí, que la derecha intelectual rigurosa –esa especie tan escasa como importante en el país– se pronuncie con igual convicción. Amanecerá y veremos con qué derecha quedamos, así como vimos con qué izquierda contamos después de la marcha anterior.

(*) César Rodríguez Garavito es profesor de la Universidad de Los Andes y miembro fundador del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad, DeJusticia (www.dejusticia.org). DeJusticia fue creado en 2003 por un grupo de profesores universitarios, para contribuir a debates sobre el derecho, las instituciones y las políticas públicas, con base en estudios rigurosos que promuevan la formación de una ciudadanía sin exclusiones y la vigencia de la democracia, el Estado social de derecho y los derechos humanos. Tomado de Revista Semana.

La gran Colombia PATRIA BOBA


Mapa de la Gran colombia ( 1821-1831) luego serían Colombia, Venezuela, Ecuador y posteriormente se separaría Panamá
Es increíble lo que pasa en mi país. Provocaciones, distanciamientos, repercusiones de un lado a otro. Una verdadera pelea provocada por unos intereses que a la larga no terminarán en nada.



  • Los medios lucrandose por el dolor ajeno, y la contienda de otros.


  • Propasarse más alla de lo lícito o razonable.


  • El aposentamiento de fuerzas bruscas y violentas en países vecinos.


  • La falsa señalización y calificación de los individuos (gobernantes).


  • El torcido manejo que se le da a la información.


  • La ejecución contra el modo regular de las cosas.


  • La extraordinaria manera como se dirije un país.


  • El desviamiento de la verdad.


  • La hipocrecía.


  • El encubrimiento astuto.


  • El desorden defensivo.


  • La ignorancia.


  • El disfraz del delito.


  • El torpe consejo o asesoramiento de un plan.


  • Así es Latinoamerica.