Thursday, February 16, 2006

LAS ALTAS TASAS DE INTERES

Las elevadas tasas de interés, en general, reflejan la voluntad del Estado por reducir los niveles de inflación en Colombia. Aparentemente, estos índices son el reflejo inercial de un nivel de crecimiento de los precios que se niegan a obedecer los dictados del recetario monetarista de restricción de la masa monetaria. Ni el nuevo estatus autonómico del Banco de la República, ni el elevado nivel de las tasas de interés, ni el congelamiento del crédito han logrado disminuir sustancialmente los índices de la inflación en el país.
Los defensores de las prácticas monetaristas olvidan que, hoy, los movimientos de masa monetaria en un país no dependen ya de los mecanismos de control estatal interno, sino que escapan a ellos, al obedecer a tendencias mundiales claramente especulativas. La gobernabilidad de las economías nacionales es cada vez más difícil, por no decir ilusoria. Movimientos marginales de capital desde el punto de vista mundial pueden ser determinantes en Colombia y contradecir, por completo, el esfuerzo estabilizador de su Gobierno.
No obstante, ese fenómeno de globalización especulata del capital no constituye la causa única de la persistente inflación nacional, sino que ésta también se debe a una elevada preferencia por la liquidez, que es reflejo a su vez de la estructura especulativa de la propia economía.
Los balances de las principales empresas monopolistas del país indican que, de sus beneficios, la parte que representa ganancias por intereses y colocaciones bancarias es superior a las que se derivan propiamente de su actividad productiva. Incluso se exporta buena parte de los beneficios como colocaciones internacionales, en lugar de buscar senderos de inversión en Colombia. Se trata de una actitud que podría reproducir la catástrofe mexicana de 1995, tan solo si se presentara un efecto de pánico sobre los especuladores internacionales que colocan su dinero en títulos de ahorro nacionales.
El incremento de la liquidez en la economía conduce a la persistencia de la inflación y, por tanto, a las elevadas tasas de interés en el país. Es el ciclo de acumulación especulativa el que causa este desajuste que, a su vez, reproduce el desincentivo a la inversión, en contraposición a las tesis neoliberales que atribuyen el fenómeno a una inadecuada política estatal del gasto público.
De hecho, la independencia o no del Banco de la República es irrelevante para controlar esta situación y conduce a una polarización engañosa del control de las políticas monetarias entre la banca privada y el Gobierno, que oculta la necesidad de democratizar el sistema financiero, comenzando por lograr que la ciudadanía obtenga controles reales sobre la junta directiva del banco emisor.
El abultado nivel de ganancias especulativas, en relación a las propiamente productivas dentro de las empresas, muestra otro fenómeno que contribuye a fortalecer el régimen de acumulación especulativa en el país. Se trata del desmedido poder del sector financiero dentro de la economía y de los mecanismos de toma de decisión política- alejados de la discusión pública-.
El interés del sector financiero siempre buscará la máxima separación entre las tasas de captación y las tasas de empleo, y el menor encaje posible de los recursos, produciendo- siempre que logre influir en la política pública y subsistan los niveles crónicos de inflación- una rígida tendencia a impedir cualquier disminución de los tipos de interés en el país.
La tesis de Samper sobre la necesidad de bajar las tasas de interés falla radicalmente, en tanto que no elimina las causas reales del fenómeno y las reemplaza por una pretensión clientelista sobre la junta directiva del Banco de la República.

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